Los golpes de la vida amenazan continuamente la estabilidad corporal del ser. Zarandeos instantáneos e inesperados, como los accidentes de tráfico o un ictus, pueden desencadenar en una muerte súbita o provocar secuelas graves visibles en el aspecto o apariencia y forma física del afectado. La piel se convierte en la superficie de acontecimientos y, junto a los síntomas corporales, pueden revelar el duro golpe de noticias como la de un Cáncer, pero que en su caso, aunque también inesperado, ha ido carcomiendo silenciosamente.

En todo golpe hay una huella, visible o invisible, que guarda una historia y que merece ser compartida. Marca, cicatriz, costura, herida… son los lugares donde naturaleza, dolor, conocimiento y belleza se fusionan.

Penerimaan

• 2019

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